Emil Otto Hoppé
Mussolini. George Bernard Shaw. Jorge V. Rudyard Kipling. Henry James... Todos coetáneos y con un detalle en común: haber posado ante la cámara de Emil Otto Hoppé (1878-1972), gran protagonista de la fotografía de la primera mitad del siglo XX. De él, a quien Cecil Beaton llamó el Maestro, se conoce hoy poco, y sin embargo fue en su día tan famoso, o más, que aquellos a quienes retrataba. Artistas, políticos, aristócratas, gente adinerada: todos querían aparecer en sus fotografías, pero no solo ellos protagonizaron su obra. Más allá de los privilegiados, Hoppé quiso plasmar en sus retratos a los menos afortunados, aquellos que se situaban al otro extremo del espectro social.
La muestra que, desde el pasado 17 de febrero y hasta el 30 de mayo se puede visitar en la National Portrait Gallery londinense, recupera para el gran público la obra de este retratista singular, que iba para banquero en Shangai pero se hizo fotógrafo en Londres. "La personalidad de la gente, dual y a menudo con muchas capas, es siempre más absorbente que la de un lienzo. He sido afortunado porque mi vocación me ha permitido echar un vistazo detrás de las fachadas, por así decirlo, de tantos y tan interesantes hombres y mujeres", en palabras del propio Hoppé...
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